miércoles, 17 de febrero de 2016

Kagamé tras las huellas del emperador Bokassa




El suspense sólo ha durado un mes. En efecto, apenas se ha modificado la Constitución mediante referéndum, el presidente ruandés ha anunciado su candidatura a las presidenciales de 2017
Con esta decisión, el hombre flaco de Kigali  ha frustrado una ocasión de consolidar la democracia con la que los ruandeses se habían reencontrado  al precio de mil esfuerzos y sacrificios.
Por lo tanto, se comprende que los Estados Unidos, cuna de la democracia, se escandalicen al denunciar esta depredación de los valores democráticos que a los ruandeses les ha costado más de veinte años reconstruir. Pero se puede estar seguros de una cosa: la reacción de Washington  no hará vacilar de ninguna manera la determinación de Paul Kagamé de prolongar su mandato  a la cabeza del estado.

Su respuesta al país del Tío Sam da nauseas: “A lo ancho del mundo hay montones de cosas decepcionantes. Nosotros queremos cargar con nuestras propias cargas y no ser carga para otros”
Y mientras Washington expresa vehementemente su cólera ante esta burla a la democracia en Ruanda, Francia calla. Es la misma postura que han adoptado la Unión Europea y la Unión Africana. Mientras escribimos estas líneas, ni una ni otra han murmurado una palabra sobre este tercer mandato de Paul Kagamé. Pero su mutismo no extraña a nadie. En efecto, los occidentales, Francia en particular, que manejaron tan mal el genocidio ruandés, tienen pegado a su piel el sentimiento de culpabilidad. Y Paul Kagamé lo sabe, y sabe también que les puede hacer chantaje. No duda en callar la boca de los occidentales cuando intentan criticar su gestión. Y mientras que los occidentales no se salgan de esta lógica, las cosas seguirán así por mucho tiempo.

Hay que temer que las nuevas ambiciones de Paul Kagamé no envíen camino del exilio a sus oponentes. Aparte, se apoya en su balance de gestión, que hay que reconocer es positivo en diversos aspectos. Aparte de llevar la estabilidad a Ruanda, ha conseguido crear un “vivir juntos” entre tutsis y hutus, tras un genocidio con 800.000 muertos, y ha re-dinamizado la economía del país. Esto no es poca cosa. Sin embargo Kagamé se equivocaría si creyera que es indispensable hasta el punto de querer reinar para siempre. Sería ilusorio creer que sin él Ruanda se hundiría. Por esto, sería inteligente por su parte  dejar el poder al término de sus dos mandatos en 2017. Si persiste y se presenta, arriesga con seguridad el balance positivo del que se enorgullece tanto.

El ejemplo de Blaise Compaoré es ilustrativo: rehusando dejar el poder, pretendía ser indispensable. “Ya querría dejar el poder, pero no hay nadie que pueda reemplazarme”, dejaba entender. Se sabe lo que pasó a continuación. Después de Blaise no hubo ningún diluvio en Burkina.
En todo caso, y sin jugar a ser videntes, este tercer mandato que se le abre tras el reciente referéndum y que le daría la posibilidad de seguir sentado en el sillón presidencial hasta 2034, arriesga traerle más desgracia que felicidad. En todo caso, debe ser consciente de que los ruandeses no viven sólo de pan, sino que necesitan además democracia y libertad. Ignorar esto puede llevarle a ser expulsado del poder cualquier día. Al querer hacer de Ruanda un reino, sigue los pasos del emperador Bokassa. Sólo le falta hacerse entronizar como él.
Hay que temer también que estas nuevas ambiciones de Paul Kagamé no obliguen a exiliarse a los oponentes, dado su narcisismo y que es refractario a las críticas. Algunos oponentes están en prisión, otros perseguidos y asesinados incluso fuera de las fronteras ruandesas. ¿Qué podrían reprochar los ruandeses a este Bismark de Los Grandes Lagos sin atraer sus iras? Kagame es más temido que adulado, aunque él quiera hacer creer lo contario.



por Dabadi Zoumbara, El País 4-1-16
http://fr.allafrica.com/stories/20161050523.htm
Traduccion del frances

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