viernes, 25 de enero de 2019

Esperanza mediterránea: “En tierra, mar y aire…”



Ilustración: Francesco Piobbichi / FCEI
20 de diciembre de 2018

La Federación de Iglesias Protestantes en Italia (FCEI) y otras personas implicadas en el apoyo a los migrantes en tierra, mar y aire están fortaleciendo su colaboración.
El programa de corredores humanitarios, un proyecto ecuménico desarrollado por el equipo “Mediterranean Hope” del FCEI con la Comunità di Sant’Egidio en 2015, se encuentra ahora en su segunda fase. Ha creado corredores legales que permiten que más de 2.000 migrantes viajen de manera segura y legal a Italia, Francia, Bélgica y Andorra desde  Medio Oriente y desde África subsahariana.
Este espíritu pionero quedó en evidencia el 20 de diciembre cuando el FCEI reveló su colaboración con organizaciones no gubernamentales (ONG), que trabajan en el Mediterráneo y su apoyo a las comunidades de Calabria, que han proporcionado al mundo un modelo para acoger a los migrantes.

El FCEI, que ya lleva más de un año colaborando con la ONG española Proactiva Open Arms (POA), ahora brindará apoyo financiero, material y logístico a Sea-Watch y Pilotes Volontaires. El apoyo a las comunidades en Calabria se matizará más, teniendo en cuenta las difíciles condiciones económicas en que se encuentran, pero que han recibido una nueva vida, al acoger a los migrantes. Ahora, después de una serie de decisiones políticas que han visto cómo el apoyo estatal ha secado y desmantelado efectivamente el sistema de acogida, existe un riesgo significativo de que se pierdan por completo los progresos realizados.
Riccardo Gatti, de POA, subrayó la importancia de la solidaridad en un momento en que el trabajo de quienes ofrecen asistencia humanitaria, se define cada vez más como criminal. Habló de la campaña para frustrar los esfuerzos de búsqueda y rescate, y el coraje necesario para expresar solidaridad en el clima actual.
La presidenta de FCEI, Luca María Negro, subrayó el imperativo bíblico de demostrar una hospitalidad radical. Desde su perspectiva, el trabajo llevado a cabo por el FCEI, es una manifestación simple de ese imperativo, cuya base se puede encontrar en el "Manifiesto de acogida" que el FCEI publicó este verano.
Giorgia Linardi de Sea-Watch se refirió a la colaboración existente entre Sea-Watch y las iglesias protestantes en Alemania, y la importancia de responder con las iglesias asociadas en Italia.
Paolo Naso, coordinador de Mediterranean Hope, destacó la importancia de la red de fe para sostener las iniciativas humanitarias y demostrar creatividad en el apoyo que ofrece.

Mimmo Lucano, alcalde de Riace, sigue sujeto a la acusación, no probada, de facilitar la inmigración ilegal y actualmente no se le permite entrar en Riace, ciudad a la que ha dedicado toda su energía durante muchos años. A pesar de estas dificultades personales, sigue comprometido con la gente del pueblo y, en particular, con los que han emigrado allí. Habló conmovedoramente de la aparente desconexión entre permitir campamentos informales, donde los migrantes viven en condiciones espantosas, lo que llevó a que se crearan comunidades  como Riace, que  ahora han sido desmanteladas. Lucano reconoció la importancia fundamental del apoyo externo para que Riace y su modelo de integración sobrevivan.


 Esperanza Mediterránea
Manifiesto de acogida

Comunicado de prensa del FCEI - 20 de diciembre de 2018.
Traducido del ingles.

jueves, 24 de enero de 2019

LA TRATA DE PERSONAS:


Dia 8 de Febrero. Contra la Trata Humana

Una aproximación a la realidad de la trata Si existe un término que califica ésta realidad y que impregna toda la literatura sobre la trata de seres humanos es el ser una realidad invisible. Incluso el Papa Francisco en sus intervenciones y escritos ha puesto de manifiesto la gran ignorancia que existe sobre este problema. Por lo tanto, es un objetivo esencial asumir el compromiso de visibilizar e incluso ir mucho más allá, es decir, no solamente transmitir una información y unos hechos, sino concienciar de la gravedad de un problema que nos concierne y afecta a todos, y de las graves consecuencias sobre las personas que lo sufren y sobre nuestra propia sociedad y convivencia. Visibilizar una realidad que tiene lugar en nuestro entorno más cercano y que supone un agravio a la dignidad de la persona, instrumentalizada, cosificada y tratada como un mero objeto intercambiable, así como una grave violación de los derechos humanos que, recordemos, son universales, inviolables e inalienables. Se trata de una nueva forma de esclavitud que somete en su mayoría a personas en situación de vulnerabilidad, que son explotadas de diversas formas una vez han sido captadas en sus lugares de origen y trasladadas a los países de destino. La forma de explotación más común y mayoritaria es la sexual, pero existen otras formas que no por ser menos comunes son menos importantes, como la laboral, mendicidad, comisión de delitos, matrimonios forzosos, extracción de órganos, etc. Un comercio que se nutre fundamentalmente de personas migrantes y, en su mayoría, de mujeres y niñas. Que cuenta con quienes proveen y con quienes demandan o consumen. Las causas de la trata son diversas y el papa Francisco nos insta a combatirlas para lograr erradicar esta lacra. Estas causas están muy relacionadas con los factores de vulnerabilidad de las víctimas que, generalmente, tiene que ver con razones políticas, económicas, sociales y culturales en los países de origen, pero también con la demanda creciente en los países de destino.

El Papa Francisco en sus últimos mensajes ha insistido en la necesidad de reducir la demanda y realizar trabajos de prevención, una demanda de servicios sexuales que crece preocupantemente en nuestro país entre los más jóvenes, y que favorece la explotación sexual de mujeres y niñas.
La trata de seres humanos es un problema con múltiples dimensiones y agentes que de una forma u otra intervienen en todo el proceso. Comienza con la captación a través de diversas formas, que difieren en función del lugar de procedencia, pero no de las circunstancias que en éstos se viven. Es decir, la mayoría soportan situaciones de vulnerabilidad que les convierte en presa fácil y les hace más susceptibles de captación por quienes participan en este entramado mafioso y delictivo. La comunicación de una deuda contraída, o la obligación a realizar una actividad concreta en situaciones de esclavitud, es común a todas las personas que acaban siendo víctimas de la trata. Una deuda que apenas mengua y que supone un sometimiento por largo tiempo a quienes bajo amenazas, coacción, intimidación, abusos físicos y psicológicos, agresiones, violencia, aislamiento, etc. consiguen silenciarlas y subyugarlas. Escapar de la explotación resulta muy complicado y arriesgado, ya que no solo pone en peligro sus vidas, sino también la vida de sus seres queridos. La detección de posibles víctimas de la trata es un paso esencial en los procesos de identificación y persecución del delito. Los avances que han tenido lugar a nivel legislativo, unido a los planes de lucha contra la trata y atención a las víctimas a nivel autonómico y local, la especialización de la policía, los jueces y la fiscalía, así como el trabajo de entidades sociales y eclesiales, está facilitando que la protección a las víctimas y la persecución del delito sean una realidad.

 La Trata de Seres Humanos es un negocio ilícito transnacional cuyos beneficios sitúan al mismo nivel que el tráfico de drogas y el tráfico de armas. El comercio con personas esclavizadas supone uno de los negocios más rentables a nivel mundial. Esta realidad sangrante en el siglo XXI nos interpela como cristianos y como seres humanos, y nos invita a comprometernos para dar respuesta a la misma pregunta que Dios le hizo a Caín ¿Dónde está tu hermano? Gn 4, 9. Hoy en esta ciudad queremos que se oiga el grito, la pregunta de Dios: ¿Dónde está tu hermano? Que esa pregunta de Dios recorra todos los barrios de la ciudad, recorra nuestro corazón y sobre todo que entre también en el corazón de los “caínes” modernos. Quizá alguno pregunte: ¿Qué hermano? ¿Dónde está tu hermano esclavo? ¿El que estás matando todos los días en el taller clandestino, en la red de prostitución, en las ranchadas de los chicos que usas para mendicidad, para “campana” de distribución de droga, para rapiña y para prostituirlos…? ¿Dónde está tu hermano el que tiene que trabajar casi a escondidas de cartonero porque todavía no ha sido formalizado… ¿Dónde está tu hermano…? Y frente a esa pregunta podemos hacer, como hizo el sacerdote que pasó al lado del herido, hacernos los distraídos; como hizo el levita, mirar para otro lado porque no es para mí la pregunta, sino que es para otro. ¡La pregunta es para todos! (Cardenal Bergoglio. 25 septiembre 2012. Buenos Aires –Argentina

Mª Francisca Sánchez Vara (Directora Sección Trata de Personas. C.E.M.)

viernes, 11 de enero de 2019

LA GUERRA ALIMENTARIA

                         Por Gustavo Duch
El control de las materias primas genera múltiples batallas con millones de víctimas, más que ningún otro conflicto haya provocado. Y no solo mata el hambre.  
Dicen que si a las cosas no les ponemos nombres no existen. Así que cuanto antes bauticemos a la actual escalada militar que se ha convertido ya en una tercera guerra mundial, mejor. Antes la reconoceremos y antes podremos, tal vez, detenerla. Propongo llamarla la Guerra Alimentaria. 

Para decidir que hablamos de una guerra, según la Wikipedia, debemos focalizar “un conflicto que enfrenta violentamente a dos grupos humanos masivos, y que comporta como resultado la muerte, individual o colectiva, mediante el uso de armas de toda índole”. Pues bien, los dos grupos humanos masivos en conflicto están bien definidos. Generalizando, en un bando los países ricos del norte o países industrializados, en el otro los países del sur donde el sector primario sigue siendo el predominante (aunque ciertamente hay sures en los nortes, y nortes en los sures). Que la muerte es el resultado de este conflicto es algo obvio. Hablamos de millones de víctimas, cifras como nunca antes otra guerra ha provocado. Y aunque el conflicto que genera múltiples batallas es por el control de los alimentos, no solo de hambre mueren las víctimas. Las muertes de esta guerra alimentaria tienen muchas formas de presentarse. Tantas como armas de toda índole se están usando.

Entre las armas más conocidas tenemos el expolio, que si en tiempos de colonización eran invasiones a mano armada, en tiempos de neocolonizaciones son algo más sutiles y avanzan disfrazadas de inversiones agrícolas para favorecer el desarrollo del país. Muy similar, el acaparamiento de bienes comunes es otra fórmula de despojo consistente en el control de la tierra, el agua o las semillas. Los paramilitares en Colombia usurpando tierras en favor de los grandes terratenientes de la palma africana es uno de los muchos ejemplos que podríamos citar. Estas dos armas, junto con el libre comercio que nunca favorece a las pequeñas agriculturas de los países del Sur, conforman una tríada ampliamente identificada y denunciada que acaba con la soberanía alimentaria de miles de territorios y que es responsable del hambre, la muerte o el éxodo.

Conviene ahora añadir tres armas en los arsenales de este nuestro primer mundo inquieto e innovador. La primera de ellas, las bombas y los misiles directamente disparados sobre objetivos agrícolas. Como explica el informe Estrategias de la Coalición en la Guerra del Yemen, escrito por Martha Mundy, y presentado el pasado mes de octubre, 22 millones de personas, el 75% de la población yemení, sufren de hambre, y de ellas, más de 8 millones precisan de ayuda urgente y constante. Claramente, desde mediados del 2015, explica el informe, los objetivos militares de esta Guerra Alimentaria ponen la atención en las zonas rurales y en los sistemas de producción y distribución alimentaria. En las mejores zonas agrícolas, los bombardeos han reducido a la mitad las hectáreas de tierras aptas para el cultivo y han provocado que entre el 20 y el 61% de la producción de fruta y verdura y ganadería haya desaparecido. Las capturas de pesca han caído alrededor de un 50% porque los ataques aéreos han asesinado a casi 150 pescadores. Y entre tanta destrucción alimentaria, también se mantiene bloqueado el puerto de Hodeida por donde entraba el 80% de los alimentos importados del país. Ejemplos como el del Yemen los podemos encontrar idénticos en el caso de Palestina.

La segunda de ellas la tenemos muy visible. Frente al éxodo provocado en este conflicto mundial consistente en dominar el acceso a los alimentos, Europa y EEUU están ofreciendo la misma respuesta. Vallas, muros y un amplio despliegue militar para frenar cualquier posibilidad de llegada de personas migrantes a nuestros territorios. Solo en el Mediterráneo se cuentan en miles las personas fallecidas frente a este escudo de protección. Mueren con las manos buscando manos.
La tercera de estas armas está en fase de desarrollo. Bajo el argumento de “garantizar alimentos al país ante situaciones de sequía, plagas, inundaciones o bioterrorismo”, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa, del Departamento de Defensa de Estados Unidos, está desarrollando el llamado Project Insect Allies. Como explican en su página web, la tecnología que pretenden desarrollar consiste en la introducción de un virus, a partir de un insecto, en los cultivos agrícolas deseados, consiguiendo modificar rápidamente el ADN de estas plantas. Es decir, si imaginamos que un campo de trigo está siendo afectado por una tremenda sequía, se dispondrá de un ejército de insectos modificados genéticamente que sobrevolando dichos campos podrá inyectarles o administrarles un virus, también genéticamente modificado, que conseguirá cambiar el ADN del cultivo de trigo para darle, en este caso, mayor capacidad de resistencia frente a la sequía en el mismo momento que la necesita. Como recientemente ha recogido la revista Science, este misma tecnología que se presenta como protectora de los cultivos puede perfectamente ser usada como arma biológica para acabar con los cultivos de tu enemigo, haciendo caer sobre ellos un ejército de estos insectos mutantes equipado con un virus con capacidad infecciosa o esterilizante. Con las nuevas técnicas de edición genética CRISPR, no hablamos de ciencia ficción.

¿Y llegaremos a este extremo? Seguro que sí, la relación de amor entre las grandes multinacionales agrícolas y los aparatos militares ya tienen muchos años de cosechar resultados, como Bayer o Monsanto demostraron en la II Guerra Mundial y en la Guerra de Vietnam, respectivamente. Estas tecnologías no parecen acertadas y a mi entender, lo que urge es reconocer que el mundo del norte se equivocó en su carrera loca y capitalista de industrialización y que debe volver a poner en práctica aquello por lo que está militarmente batallando: producir sus propios alimentos.
Más agricultura local es una retirada a tiempo, por el bien del planeta.
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Gustavo Duch es escritor y veterinario. Coordinador de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas y autor de libros como Mucha Gente Pequeña y Lo Que Hay Que Tragar.


Acogida de Emigrantes en Cadiz

 Damos gracias a Dios por las numerosas congregaciones religiosas y organizaciones religiosas en todo el mundo que brindan apoyo a los migra...