Desde
hace 10 años las muertes de los emigrantes Africanos no han tenido fin. En el
Océano Atlántico o en el Indico, en el desierto de Sahara o en el Mediterráneo,
los dramas de la emigración no paran. Las imágenes de estos africanos, hombres,
mujeres y niños que están recobrados en barcas de risa, entre la vida y la
muerte, con solo a veces unos
pocos sobrevivientes entre los
cadáveres y que han contados sus odiseas repetidas llegan a caer hasta la
banalidad. Se necesitan la muerte de
cientos de ellos para que la atención internacional se preocupe. Como en Octubre de 2013 cuando 400 personas
naufragaron en las costas de Lampedusa
cerca de Italia.
Desde
los años 1990 cuando los países
europeos reforzaron sus fronteras y barreras para adoptar una política y
medidas de seguridad para “emigración cero”, los temas de emigración han llegado a ser unos de los temas más
cruciales en el campo de las relaciones internacionales.
El
articulo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice “ que cada
persona tiene derecho a la libertad de movimiento y el escoger su residencia
dentro de un Estado. Toda persona tiene el derecho a dejar su país, o cualquier
otro y regresar al suyo”. Las realidades de hoy están muy lejos de
abrazar este principio, que subraya el libre movimiento de personas y bienes en
el mundo. Las dificultades que están delante de las trayectorias que siguen los
emigrantes han transformado este derecho en caminos de muerte.
En
2007, el Centro Internacional del Desarrollo de la Política de Emigración
identifico, en los diez años pasados,
aproximadamente 10.000 casos de muertes
de emigrantes ilegales tratando de
cruzar el Mediterráneo. Este fue el momento cuando la Unión Europea decidió
montar, Frontex, la agencia responsable del mantenimiento de las fronteras
exteriores de los Estados miembros. De acuerdo con los acuerdos de cooperación
que se firmaron con Senegal, Malí y Libia, FRONTEX les pedía con urgencia que
se preocuparan de la emigración irregular desde las fronteras de sus países.
A pesar
de los arrestos masivos, las sentencias a prision y otras formas de represión
estos estados nunca llegaron a ser policías eficientes para frenar el flujo de emigrantes hacia
Europa. En 2013, unos 107.000 emigrantes fueron registrados en el espacio
europeo. Venían de Somalia, Eritrea, pero también de Siria y Afganistán, etc.
Cuarenta mil de ellos habían pasado a través de Libia, mientras que unos 6.800
tomaron la ruta de Marruecos y Argelia.
La
explosión de la emigración que se ha notado en los años recientes, a pesar de
las medidas represivas en Europa se explica bien debido a las guerras civiles y
los conflictos que aumentan en África y el Oriente Medio. En África fue la
crisis de 1970 en el Sahel lo que genero el movimiento que empezó a aumentar en
los años 80. Antes, la emigración
respondía mas a una necesidad de aventura o por razones políticas tales como
escapar de regímenes represivos como el de Guinea Ecuatorial bajo el mandato de Sékou Touré, que a una
necesidad económica.
Durante
los últimos treinta años esta emigración se ha acelerado y los flujos
migratorios no han disminuido. Estos son diversos, algunos por las políticas
restrictivas puestas en marcha en los países de transito o destinación en donde
los sentimientos xenófobos están
reflejados en un aumento de políticas de exclusión. El éxito de los partidos de
derecha en las elecciones de Mayo pasado en
Europa, refleja esta actitud de odio contra “el otro” al que se percibe
como un invasor, un ladrón de empleo y una fuente de inseguridad.
Sobre
África estas imágenes son erróneas. Menos de un tercio de la emigración se
queda en el mismo continente. 70 millones de Africanos han emigrado, dejando su
país para afincarse permanentemente en otro. Y de acuerdo con los indicadores
que provienen de la OECD, solo algo mas de un millón y medio se vinieron a
establecerse en un estado de la Unión en 2005. Esto hace un 2.6 por ciento del
total de los emigrantes africanos y 2.63
por ciento de todos los emigrantes que se registran en los países de la
OECD.
A pesar
de esto los emigrantes Africanos que lo hacen en el continente suyo no son
siempre aceptados y protegidos mejor que en otras partes del mundo. En la mayoría de sus destinos como la Guinea
Ecuatorial, el Gabón, Angola y Sur África en donde el éxito de la economía es atractivo, la violencia xenófoba y las
exclusiones masivas son una practica común. Los emigrantes, en estos tiempos de
crisis son vistos también como ladrones de empleos. Puesto que están
estigmatizados, sus frágiles formas de vida les exponen a toda clase de abusos
por parte de los traficantes y otros y de los gobiernos de los países que los
acogen.
En el
campo de la emigración, la soberanía nacional sirve de pretexto para toda clase
de violaciones. Violaciones de leyes nacionales e internacionales y de
especificas provisiones legales a cerca de la protección de los emigrantes para
asegurar sus derechos a la vida, dignidad, no-discriminación y acceso a la misma
protección delante de la ley. Sea con
el Articulo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos o la Carta
Africana de los Derechos Humanos de las personas o instrumentos internacionales
los protocolos regionales o acuerdos etc,
el marco legal requiere que se acusen a
controles discriminatorios y fronteras
que utilizan controles humillantes, las expulsiones y los arrestos
arbitrarios, violentos y degradatorios de la persona y aun así y sin embargo es objeto regular de violaciones
contra estos derechos.
El
movimiento de gente a través del mundo es sin embargo una dinámica que las
fronteras no pueden frenar. Sea por motivos de reunión
familiar, trabajo o por razones de seguridad u otros los emigrantes participan
en la construcción de estados y naciones a través de miles de años. Hoy, la
emigración es fundamental a la economía. De acuerdo con el Banco Mundial los
reembolsos de los emigrantes a sus países de origen ascienden a la suma de 339
billones de dólares en 2012.
Para
algunos países esa entrada es mucho mayor que la ayuda al desarrollo o que las
inversiones extranjeras. A pesar de la crisis financiera de 2008 –2009, el
Banco Mundial estima que los envíos no han bajado. La movilidad de la gente a
través del mundo no se ha reducido tampoco. Hoy existen 215 millones de
emigrantes internacionales.
En
estados africanos en donde la política económica neoliberal y las bancarrotas
han llevado a reducir e incluso decir
adiós a las inversiones sociales en la Educación, la Salud etc, los
envíos de los emigrantes siguen siendo
la mayor fuente de ingreso para muchas familias. Ellos contribuyen a la
construcción de las más importantes estructuras esenciales como escuelas,
centros de salud, centros para la comunidad etc, en las comunidades que ellos
han dejado. De acuerdo con el Banco Mundial, el dinero enviado por los
malianos en Francia asegura la
construcción del 60 % de las infra estructuras en Malí. En un periodo de diez años, cuarenta
asociaciones de emigrantes de Malí en Francia han participado en la
financiación de 150 proyectos, cuyo valor alcanza a los 3 millones de euros.
La
contribución de los emigrantes a la vitalidad económica del país que los acoge
es a menudo de igual valor. Varios estudios muestran “ que fuera de los clichés
formados, la emigración es un bien económico”.
La
cuestión de la emigración esta entretejida con asuntos económicos, políticos,
legales sociales y culturales. No se puede abordar este tema desde la
perspectiva africana sin estar pensando en el pillaje que hacemos a nuestra
Madre Tierra a través de la vía trans- Atlántica del tratado de esclavos que
vacía el continente de sus recursos humanos: las mujeres africanas, los hombres
y los niños y las extracciones coloniales de los recursos minerales y agrícolas.
El tratado de esclavos trans-atlánticos ocurrió durante trescientos años en una
emigración forzada de millones de Africanos que se convirtieron en esclavos en
las Américas.
Pero
sobre todas las consideraciones la
emigración en África levanta el tema del Pan-Africanismo. Las
políticas de Emigración de represión y exclusión de un individuo en otro país
distinto del que procede es una traición del ideal panafricano.
Traducido
de Tidiane Kases, editor de Pambazuka news.
OECD:
Organización de 34 países del mundo entero.