Se acaba de cumplir un año del acuerdo de la Unión Europea con Turquía, por el que se cierra la ruta de los Balcanes y se retorna a Turquía a los migrantes y refugiados que lleguen a las costas griegas. Aunque las autoridades europeas se felicitan por el buen funcionamiento del acuerdo, decenas de miles de refugiados permanecen en Grecia atrapados en un limbo jurídico -aunque sería más apropiado decir un infierno-, viviendo en pésimas condiciones, y cientos de miles permanecen en Turquía, un país del que existen evidencias de la deteriorada calidad democrática del régimen y de la violación de los derechos humanos.
Con este motivo, entre otros, CEAR, Amnistía Internacional, hospitalidad.es y Médicos Sin Fronteras (que ha decidido no aceptar más fondos de la UE y de sus estados miembros en rechazo a esta política) han publicado notas de prensa recordando la vergüenza que siguen suponiendo para los estados y los ciudadanos europeos estos "pasos en la mala dirección". Con todos ellos, no dejemos de sentir vergüenza de ser ciudadanos de una Unión Europea que ignora sus propios principios humanitarios.