miércoles, 16 de septiembre de 2020

106 Jornada Mundial de la Migración

 RESUMEN DEL MENSAJE DE LOS OBISPOS DE LA SUBCOMISIÓN DE MIGRACIONES Y MOVILIDAD HUMANA [fuente: COPE]

En su mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado, la Subcomisión de Migraciones y Movilidad Humana de la CEE piden reconocer «a Jesús en cada persona obligada a huir» y confía en «que todas las medidas que se adopten» en el campo de las migraciones «respeten la sagrada dignidad de las personas migrantes»

El Papa Francisco dedicó su mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado a los desplazados internos y a pesar de que «en nuestro país no existen propiamente desplazados internos», la Iglesia española «quiere secundar las directrices del Pontífice como directrices generales», aseguran los obispos de la Subcomisión de Migraciones y Movilidad Humana de la CEE en su mensaje con motivo de esta Jornada.

Acaso «¿no son desplazados internos las victimas de trata que en nuestro país se desplaza huyendo de las mafias? ¿No son desplazados internos quien por las consecuencias económicas de la pandemia han tenido que cambiar de provincia, ciudad barro o casa? ¿Y quienes han quedado al margen del sistema, engrosando el colectivo de pobreza severa, ¿no son desplazados internos?», se preguntan los obispos.

De esta forma, la Jornada, que se celebrará el 27 de septiembre, trata de poner rostros a todas estas personas vulnerables, se lee en el mensaje de los obispos, «rescatándoles de las listas anónimas de cifras. Se trata de sensibilizar a la comunidad cristiana que reconoce a Jesús en cada persona obligada a huir. Se trata de sensibilizar a la sociedad española para que asegure los derechos de la dignidad humana a toda persona obligada a desplazarse».

Situación muy preocupante

Pero no es una tarea sencilla, y mucho menos ahora «que la crisis mundial causada por la pandemia de la COVID-19 ha agravado» este fenómeno dramático. En este sentido, «todo lo que trabajemos por ellos y con ellos será poco», según la Subcomisión, porque «la situación en Europa y en España es muy preocupante». Por ello, los prelados alertan de «que las previsiones para el tratamiento del fenómeno migratorio van a afectar muy dolorosamente a las personas en movilidad humana, ya sea por la enfermedad y sus secuelas, y por la previsible crisis social, económica, etc. que se avecina».

El futuro «va a suponer una dificultad mayor, entre otras causas – se lee en el mensaje -, por los nuevos problemas en las fronteras y por el riesgo de que se produzcan situaciones de expulsión de migrantes ». Ante ellas, «confiamos que todas las medidas que se adopten respeten la sagrada dignidad de las personas migrantes» y piden a las instituciones de la Iglesia trabajar en red, «uniéndonos al esfuerzo de las otras instituciones de la sociedad civil».

Conjugar nuevos verbos

Por último, los obispos de la Subcomisión de Migraciones y Movilidad Humana llaman a conjugar los nuevos verbos propuestos por el Papa ante esta realidadAcercarnos como prójimos, que «significa, a menudo, estar dispuestos a correr riesgos, como nos han enseñado tantos médicos y personal sanitario en los últimos meses»; Escuchar «el grito de los más vulnerables, de los desplazados y de nuestro planeta gravemente enfermo»; Compartir, «para crecer juntos, sin dejar fuera a nadie»; Involucrar, porque «solo con la colaboración de todos es posible encarar la crisis»; y Colaborar. «Este no es el tiempo del egoísmo, porque el desafío que afrontamos nos une a todos y no hace acepción de personas».


miércoles, 2 de septiembre de 2020

 

Covid-19: de nada sirve sólo limar los dientes al lobo

2020-09-02

Con referencia a la Covid-19 se ha centrado todo en el virus y en lo que tiene que ver con él, hasta la vacuna buscada desenfrenadamente. Todo esto tiene su valor y debe ser hecho, pero no con una visión reduccionista, como la que prevalece. Se considera al virus en sí, aislado, fuera de cualquier contexto. Esto no existe ni en la ciencia ni en el nuevo paradigma, cuya afirmación esencial es que todo está relacionado con todo y nada existe fuera de la relación, ni el coronavirus. Son poquísimos los analistas y epidemiólogos que se refieren a la naturaleza. Y sin embargo, usando las palabras del físico cuántico y uno de los más respetados ecologistas de mundo, Fritjof Capra:

«La pandemia es la respuesta biológica del planeta: el coronavirus debe ser visto como una respuesta biológica de Gaia, nuestro planeta vivo, a la emergencia social y ecológica que la humanidad ha creado para sí misma. La pandemia surgió de un desequilibrio ecológico y tiene consecuencias dramáticas debido a las desigualdades sociales y económicas; la justicia social se vuelve una cuestión de vida o muerte durante una pandemia como la de la Covid-19; ella sólo puede ser superada por medio de acciones colectivas y cooperativas» (FSP 12/8/2020).

Vamos a decirlo directamente con nuestras palabras: la Covid-19 es consecuencia del tipo de sociedad que hemos creado en los últimos siglos y que ha adquirido hegemonía mundial bajo el nombre de sistema de producción capitalista con su versión política, el neoliberalismo y la cultura del capital. La obsesión de este sistema (en China lo llaman, erróneamente, «socialismo al modo chino», pero en realidad se trata de un capitalismo feroz y dictatorial de Estado) es colocar el lucro por encima de todo, de la vida, de la naturaleza, de cualquier otra consideración. Su ideal es un crecimiento ilimitado de bienes materiales en la suposición de que existen bienes y servicios también ilimitados de la Tierra. El Papa, en su encíclica “sobre el cuidado de la Casa Común”, a esta suposición la llama “mentira” (nº 106): un planeta finito no puede soportar un proyecto de crecimiento infinito.

Para alcanzar este objetivo falso y mentiroso, este sistema avanza sobre la naturaleza, la deforesta, contamina suelos y aires, devasta ecosistemas enteros para expandir el agro-negocio, extraer riquezas naturales, disponer de más proteínas animales, más granos como la soja y el maíz y aumentar así el lucro personal o corporativo.

Esta agresión sistemática ha recibido una represalia de la Tierra-Gaia: el surgimiento del calentamiento global, los eventos extremos y principalmente una gama diversificada de virus mortales. Estos virus estaban tranquilos en la naturaleza, en un animal o en los árboles. La guerra contra la naturaleza destruyó su hábitat. Para sobrevivir, estos virus pasaron a otros animales o directamente a los humanos.

Ellos están poniendo de rodillas al sistema de acumulación infinita y especialmente a la máquina asesina que aquel creó con armas químicas, biológicas y nucleares, que no sirven para atacar al virus. Este es mínimo, casi invisible, del tamaño de 125 nanómetros.

En resumen: El virus viene de la naturaleza (es discutible si viene pasando por el murciélago, el mamífero pangolín o la rata de bambú, poco importa, todos son seres de la naturaleza). Este es el verdadero contexto de la Covid-19: el sistema de producción capitalista mundial y chino, del que pocos hablan, y mucho menos las redes sociales y de televisión que siguen las 24 horas del día el desarrollo de la tragedia humanitaria que está destruyendo miles de vidas.

Si conseguimos una vacuna que anule sus efectos malignos y elimine el coronavirus, ¿estaremos seguros haber eliminado el virus mayor, a saber, el sistema, productor de la devastación de la naturaleza y, en consecuencia, de la liberación de más virus? Ésta es una cuestión central, para que no volvamos simplemente «a lo que había antes», horrible para la gran mayoría de la población y para el equilibrio de la Tierra.

Estamos a punto de sobrepasar las nueve fronteras planetarias, sin las cuales la vida no se perpetuará en el planeta. Cuatro de ellas han sido superadas: el abuso del suelo, el cambio climático, la destrucción de la biodiversidad y la alteración del nitrógeno. Si sobrepasamos las otras (solidificación de los océanos, cambio en el uso del agua, degradación de la capa de ozono, calentamiento global y contaminación química), el sistema de vida se colapsará y con él nuestra civilización.

Añado un dato que hay que tomar muy en cuenta: el día 22 de agosto de 2020 ocurrió la Sobrecarga de la Tierra (Earth Overshoot Day) . Esto significa que la despensa de la Tierra donde están guardados todos los insumos renovables para la reproducción de la vida, ha quedado vacía por este año. Tendremos menos suelos fértiles, menos cosechas, menos climas adecuados, menos agua, menos nutrientes, menos aire puro, más suelos con fertilizantes etc. Debido a la cultura capitalista de «consumo sin límite», hemos consumido ya un planeta entero y un poco más de la mitad de otro que no existe (1,6). La Tierra está como un cheque sin fondos y todas las señales se han cerrado en rojo. Como no queremos reducir el consumo (para muchos, suntuoso) sino hacerlo crecer aún más (consumismo), arrancamos a la fuerza lo que la Tierra ya no tiene. La consecuencia es que más personas se enriquecerán con la escasez, una gran parte de la población pasará hambre, no tendrá acceso a lo mínimo de la vida. La Tierra no permanece indiferente, siente el golpe y se defiende, enviándonos tifones, tormentas, tsunamis y sus armas: la gama de virus letales.

La Covid-19 es la respuesta de la Tierra viva, una señal que ella nos está dando; por eso, esta vez, ha atacado a todo el planeta y no sólo a partes de él como antes el ébola, el SARS y otros. Tenemos que leer la Covid-19 con una de las últimas señales que nos envía la Madre Tierra. Ella nos dice:

«O decides dejar de sobreexplotarme violentamente, o puedo enviaros más virus, incluso el que más temen tus biólogos, el “grandón”, ese virus terrible e inexpugnable frente a cualquier vacuna u otro medio; te diezmará como especie humana. Considero tal gesto, que me hace sufrir mucho, como un justo castigo que mereces por haber librado durante siglos, ininterrumpidamente, una guerra contra la vida de la naturaleza y nunca haberme amado y cuidado a mí, tu Madre, que siempre te dio en abundancia todo lo que necesitabas para vivir.

No sirve de nada que limes los dientes al lobo, que es el sistema devastador que habéis creado; no pierde la ferocidad de su naturaleza y continuará su obra de muerte, lo que vosotros mismos habéis llamado antropoceno y necroceno. Tenéis que hacer, como dijo mi enviado y profeta el Papa Francisco, “una conversión ecológica radical”: tomar de mí lo que necesitas y no más, hacer que todos tengan lo suficiente y decente para vivir con un mínimo de dignidad y darme tiempo para autorregenerarme y poder continuar como Madre para alimentarte y que sobre aún para tus descendientes.

Para eso hay que reducir el consumo, reutilizar lo que ya se ha usado, reciclar lo que ya no te sirve, porque puede ser útil para otra cosa, y sobre todo reforestar todo el planeta, porque mis queridos hijos, los árboles, son los que capturan el carbono que has lanzado a la atmósfera, y, por la fotosíntesis, producen el oxígeno para respirar, mantienen siempre el agua en el suelo, un bien vital, común e insustituible y no una mercancía, y establecer entre vosotros relaciones de cooperación y no de competencia, de empatía y no de insensibilidad, y superar las profundas desigualdades sociales que habéis creado en el afán de acumular en pocas personas y dejar a vuestros hermanos y hermanas pasando hambre y con todo tipo de necesidades hasta morir antes de tiempo.

Así vosotros y yo habremos renovado el contrato natural que rompisteis, un contrato de cuidado mutuo y colaboración, y juntos podremos hacer una trayectoria feliz, bajo la luz bendita del gran hijo, el Sol. Cread juicio y sabiduría, porque sin eso engrosaréis el cortejo hacia la tumba que vosotros mismos habéis cavado para vosotros.

Recordad que no sólo existe el capital natural y material que habéis explotado hasta casi agotarlo; existe principalmente el capital humano-espiritual, hecho de amor incondicional, solidaridad, compasión y apertura a los demás sin discriminación, y apertura a todas las cosas hasta al Infinito de los mil nombres, Dios que creó todo con amor, que no odia a ningún ser que haya creado y es el apasionado amante de la vida. Abríos a Él para ser más humanos, sensibles, cuidadores de la naturaleza y de mí misma y saborearéis un mayor significado para vuestras vidas. Haciendo esto, tendremos un destino común bienaventurado y un mundo abierto para un futuro mejor».

O bien escuchamos estas advertencias de la Madre Tierra y la naturaleza de la que formamos parte, y creamos la base de una civilización centrada no en el beneficio sino en la vida ―una biocivilización― y una ECOnomía que se alinea con la ECOlogía o, si no, preparémonos para lo peor.

Se dice que los seres humanos aprenden de la historia que no aprenden nada de la historia pero que aprenden todo del sufrimiento. Todos estamos sufriendo bajo el aislamiento social y el distanciamiento de los grupos. Que este sufrimiento no sea en vano. Que no sea el sufrimiento de un moribundo, sino el sufrimiento del parto de una Tierra, amada y cuidada como una Madre buena y generosa, que es de hecho la única Casa Común que tenemos, en la que todos pueden y deben caber, la naturaleza incluida.         

Enlazate por la Justicia. Dia de la Tierra

Entrevista Carlos Andrés Sergio Bresciani Lecannelier nació en Santiago de Chile en 1972, entró a la Compañía de Jesús en 1993 y se ordenó ...