martes, 5 de febrero de 2019

El mundo en que vivimos


ÁFRICA, EL EXPOLIO QUE SIGUE
-Resumen-

Se dice que vienen por la desesperación de la pobreza y el hambre, acrecentada por los desastres naturales y los conflictos bélicos. Y es cierto. Pero muchos africanistas sostienen que la causa más profunda de la migración africana es el saqueo sistemático de las materias primas africanas por parte de las multinacionales y los grandes poderes financieros extranjeros y locales. Y en ese proceso de expoliación de los recursos, frecuentemente con métodos violentos, se hace imposible la vida de la gente, que huye de sus tierras y países.


MATERIAS PRIMAS

En África están el 97% de las reservas mundiales de cobre, el 80% de las de coltán (abreviación de columbita-tantalita), el 50% de las de cobalto, el 57% de las de oro, el 20% de las de hierro y cobre, el 23% de las de uranio y fosfatos, el 32% de las de manganeso, el 41% de las de vanadio, el 49% de las de platino, el 60% de las de diamantes, el 14% de las de petróleo, el 66% de la cromita…

Buena parte de los minerales citados son imprescindibles para las industrias de aeronáutica, exploración espacial, automovilística, telecomunicaciones, informática, armas inteligentes, videojuegos, e incluso medicina… De ellos depende que nosotros tengamos ordenadores y móviles. Y con frecuencia esos minerales son extraídos de las minas por niños y niñas que trabajan en condiciones infrahumanas.

Además, África suma el 12,5% de la producción mundial de petróleo. También tiene el 65% de las tierras cultivables del planeta. Produce, y en muchos casos exporta, cereales, cacao, algodón, maní, aceite de palma, café… Pero la mayor parte de estos recursos están sub-explotados o concedidos a empresas extranjeras. Es una paradoja que muchos países africanos, dramáticamente acosados por el hambre, estén garantizando la seguridad alimentaria a poblaciones de otros continentes y enriqueciendo a especuladores.

En la costa de África occidental (Mauritania, Senegal, Gambia…) abunda el pescado, y allí se han asentado grandes empresas transnacionales para producir harina de pescado, negocio que ya alcanza unos 140.000 millones de euros anuales y que pone en peligro la supervivencia de las comunidades costeras.

 CONTINENTE RICO, HABITANTES POBRES

A finales del siglo XX, ante la imposibilidad de que los países africanos (y otros) pagaran su deuda, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial inventaron el “ajuste estructural”. Fue así como, en plena orgía privatizadora, los países occidentales se lanzaron al floreciente  mercado de materias primas africano, a través de las grandes multinacionales mineras. Casi todas las minas africanas fueron privatizadas. Algo similar ocurrió con el sector de los hidrocarburos.

Actualmente, entre el 60 y el 80% del valor de las exportaciones de los países africanos corresponde a materias primas, y sus importaciones son productos manufacturados. África carece de una industria propia.

La riqueza de África se queda entre las multinacionales mineras, petroleras, agrícolas, pesqueras…, los gobiernos y las élites locales, los señores de la guerra… 38 de los 54 países africanos se encuentran entre los 50 países menos desarrollados del mundo. Hay en el Continente 256 millones de hambrientos, es decir, el 21% de sus 1.200 millones de habitantes.

Países potencialmente ricos como la República Democrática del Congo, Nigeria, Angola, Ghana, Costa de Marfil, Guinea Ecuatorial, Níger, etc. tienen a la mayoría de sus habitantes sumidos en la pobreza, fruto del expolio y la desesperante desigualdad. Para las poblaciones locales, la actividad minera implica la expropiación de tierras de cultivo, la reubicación de pueblos enteros, la contaminación del agua por el cianuro, el deterioro de la salud… Es decir, un mayor empobrecimiento.

Las riquezas que alberga África han sido la causa de innumerables conflictos  y guerras, y detrás de esos conflictos suelen estar las potencias de Occidente y las trasnacionales que se disputan las materias primas. La República Democrática del Congo, Ruanda, Burundi y Tanzania son un caso paradigmático. La guerra del coltán fue especialmente intensa entre 1998 y 2005, y costó la vida al menos a cuatro millones de personas. Actualmente se calcula  que un kilo de coltán supone, como mínimo, dos muertes en las minas, pero luego están las disputas por el metal. Los militares congoleños tratan de evitar que las minas caigan en manos de señores de la guerra o rebeldes extranjeros. Los señores de la guerra (unos 120 pequeños ejércitos) explotan yacimientos ilegales,  extorsionan a los mineros y venden las materias primas  (sobre todo el coltán) a los países vecinos, que los comercializan con las transnacionales. Rebeldes pagados desde Ruanda y Uganda, países títeres de Estados Unidos, también codician los preciados metales. Y, detrás de todo ello, las grandes multinacionales (Apple, Intel y otras) que lucran con el sufrimiento y la muerte.

 EXPOLIO Y CORRUPCIÓN

Con frecuencia las grandes potencias manipulan y alientan los conflictos étnicos (y más recientemente el combate al terrorismo), para justificar sus disputas por las materias primas africanas. A las potencias y empresas occidentales también les va bien que haya políticos africanos corruptos que les ofrecen generosas exoneraciones fiscales y les permiten repatriar el 100% de los beneficios.

En 2015, los países africanos exportaron al resto del mundo minerales y petróleo por valor de 232.000  millones de dólares, pero eso beneficia casi con exclusividad a las compañías e inversores extranjeros, dejando utilidades marginales para los países. Las transnacionales son expertas en evitar el pago de sus obligaciones tributarias, utilizando prácticas de planificación fiscal a través de paraísos fiscales. Algunos expertos calculan que esas prácticas les permiten evadir impuestos por unos 48.200 millones de dólares al año… A ello habría que agregar otros 42.000 millones anuales que pierde África por la deforestación y el uso agrícola abusivo.

La extracción de riqueza en África por parte de los países occidentales supera con creces las “ayudas” que recibe. En 2015, los países de África recibieron 161.600 millones de dólares, en su mayoría créditos, remesas de particulares y ayuda en forma de donaciones (éstas alcanzaron unos 19.000 millones). Pero de África salieron 203.000 millones en repatriación de los beneficios de las grandes corporaciones y en el traslado ilegal de dinero fuera del Continente.

 LA RAÍZ DE LA INMIGRACIÓN

Si los gobiernos de la Unión Europea quisieran acabar con la migración desesperada de tantos africanos-as, lo primero que deberían hacer es dejar de saquear África. Pero no quieren hacerlo, porque ellos y sus empresas son los más beneficiados. Los cambios necesarios no los harán las élites.

La cooperación internacional no puede alardear de su benevolencia con los pobres de África, mientras sus gobiernos y empresas siguen expoliando el Continente. Debe desvincularse de los intereses empresariales y comprometerse, junto con las organizaciones de la sociedad civil, para denunciar la responsabilidad de las empresas multinacionales y los gobiernos del Norte en el empobrecimiento de África y para proponer y exigir leyes que acaben con la evasión/elusión fiscal y los paraísos fiscales, y con otras injustas transferencias de recursos fuera de África.

Si las empresas occidentales siguen sacando miles de millones cada año mediante las industrias extractivas, los paraísos fiscales, el acaparamiento de tierras, la pesca abusiva, etc., el desarrollo de África será una causa perdida. Y seguirán viniendo…

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