lunes, 5 de febrero de 2018

Hacia un nuevo acuerdo mundial sobre migración




por António Guterres, Secretario General de Naciones Unidas

La gestión de las migraciones es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo, con relación a la cooperación internacional.

La migración genera crecimiento económico, reduce las desigualdades y crea vínculos entre sociedades diversas. Y, sin embargo, también origina tensiones políticas y tragedias humanas. La mayoría de los migrantes viven y trabajan legalmente. Pero, impulsados ​​por la desesperación, una minoría de ellos arriesga sus vidas para ingresar en países donde se exponen a la desconfianza y el abuso.

Es probable que las presiones demográficas y el impacto del cambio climático en las sociedades vulnerables provoquen una mayor migración en los próximos años. La comunidad mundial se encuentra en una encrucijada: ¿queremos hacer de la migración una fuente de prosperidad y solidaridad internacional o considerarla como un factor de deshumanización y tensión social?

Este año, los gobiernos negociarán, bajo los auspicios de las Naciones Unidas, un Pacto Mundial sobre Migración.

Será el primer gran acuerdo internacional de este tipo. No será un tratado formal y no impondrá obligaciones vinculantes para los Estados.
En cambio, ofrecerá a los líderes una oportunidad sin precedentes para romper los perniciosos mitos que rodean a los migrantes y definir una visión compartida de cómo todos los países pueden beneficiarse de la migración.

No hay tiempo que perder. Hemos visto lo que puede suceder en ausencia de un mecanismo efectivo para gestionar la migración a gran escala. Recientemente, el mundo se indignó con los videos que muestran la venta de inmigrantes como esclavos.

Por trágicas que sean estas imágenes, lo más grave es el destino de miles de migrantes cada año. Muchos otros se limitan a trabajos precarios y degradantes que rayan la esclavitud.

Actualmente hay casi 6 millones de migrantes, obligados a realizar un trabajo “forzado”, con frecuencia en países desarrollados.

¿Cómo podemos detener estas injusticias y evitar que vuelvan a suceder en el futuro?

Para establecer una dirección política clara sobre el futuro de la migración, creo que hay tres consideraciones fundamentales que deberían enmarcar el debate sobre el pacto.

El primero es reconocer y resaltar los beneficios de la migración, que a menudo se pasa por alto en los debates públicos. Sin embargo, la contribución de los migrantes es considerable, tanto para el país de acogida como para el país de origen.

Aceptan trabajos que la mano de obra local no puede asumir, estimulando así la actividad económica. Muchos son innovadores y empresarios. Casi la mitad de los migrantes son mujeres que buscan una vida mejor y oportunidades de trabajo.

Los migrantes también realizan una importante contribución al desarrollo internacional, enviando fondos a sus países de origen, que el año pasado ascendieron a casi 600 mil millones $, tres veces el montante total de asistencia para el desarrollo.

El gran desafío consiste en sacar el mayor provecho posible de una forma de migración ordenada y productiva, erradicando los abusos y prejuicios que envenenan la vida de una minoría de migrantes.

En segundo lugar, los Estados deben garantizar que se pacten, según la regla de la ley, los métodos que se utilizan para gestionar la migración y proteger a los migrantes, en interés de sus economías, su sociedad y de los mismos migrantes.

Las autoridades que ponen obstáculos importantes a la migración, o imponen restricciones indebidas a las oportunidades de trabajo de los migrantes, causan daños económicos innecesarios al impedir el cumplimiento legal y ordenado de sus necesidades laborales.

Peor aún, involuntariamente fomentan la migración ilegal. Privados de formas legales, los que quieren emigrar, con frecuencia no tienen más remedio que recurrir a medios clandestinos, que no sólo los pone en una situación de vulnerabilidad, sino que también socavan la autoridad del Estado.

Para acabar con el estigma de la ilegalidad y el abuso de los migrantes, la mejor manera es, de hecho, que los Estados establezcan canales legales de migración, para eliminar los factores que incitan a eludir las normas, y así permitir que la mano de obra extranjera satisfaga mejor las necesidades de su mercado laboral.

Los Estados también deben trabajar más estrechamente para compartir los beneficios de la migración, por ejemplo a través de alianzas para declarar, en términos de posibilidades, las necesidades de un país que podrían ser satisfechas por los migrantes de otro.

En tercer lugar, finalmente, existe la necesidad de una mayor cooperación internacional para proteger a los migrantes y refugiados vulnerables, y debemos restablecer la integridad del régimen de protección de los refugiados, en conformidad con el derecho internacional.

El destino de las miles de personas que perecen desesperadamente tratando de cruzar un mar o un desierto no es solo una tragedia humana. También representa el fracaso más grave: el desplazamiento masivo y desordenado en situaciones dolorosas, las fronteras están bajo amenaza y la situación desborda a los Estados.

El resultado es un refuerzo drástico de los controles fronterizos, socavando nuestros valores comunes y ayudando a perpetuar las tragedias que hemos visto con demasiada frecuencia en los últimos años.
Debemos cumplir con nuestras obligaciones fundamentales de proteger las vidas y los derechos humanos de los migrantes a quienes el régimen actual ha fallado.

Debemos tomar medidas urgentes para ayudar a aquellos que actualmente están encerrados en campamentos de tránsito o que están bajo la influencia de esclavitud o violencia grave, ya sea en el norte de África o en América Central. Se debe considerar una acción internacional ambiciosa para el reasentamiento de aquellos que no tienen a dónde ir.

También debemos tomar las medidas necesarias, en el contexto de la asistencia para el desarrollo, para mitigar el cambio climático y prevenir conflictos, para evitar estos vastos y desordenados movimientos de población en el futuro. La migración no debe ser sinónimo de sufrimiento.

Debemos tratar de crear un mundo en el que podamos acoger la contribución de la migración a la prosperidad, el desarrollo y la unidad de la comunidad internacional. Es nuestro poder colectivo llegar a lograrlo. El acuerdo global marcará el año actual como un hito en el camino para aprovechar la migración en bien de todos.

traducido del francés

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