jueves, 24 de enero de 2019

LA TRATA DE PERSONAS:


Dia 8 de Febrero. Contra la Trata Humana

Una aproximación a la realidad de la trata Si existe un término que califica ésta realidad y que impregna toda la literatura sobre la trata de seres humanos es el ser una realidad invisible. Incluso el Papa Francisco en sus intervenciones y escritos ha puesto de manifiesto la gran ignorancia que existe sobre este problema. Por lo tanto, es un objetivo esencial asumir el compromiso de visibilizar e incluso ir mucho más allá, es decir, no solamente transmitir una información y unos hechos, sino concienciar de la gravedad de un problema que nos concierne y afecta a todos, y de las graves consecuencias sobre las personas que lo sufren y sobre nuestra propia sociedad y convivencia. Visibilizar una realidad que tiene lugar en nuestro entorno más cercano y que supone un agravio a la dignidad de la persona, instrumentalizada, cosificada y tratada como un mero objeto intercambiable, así como una grave violación de los derechos humanos que, recordemos, son universales, inviolables e inalienables. Se trata de una nueva forma de esclavitud que somete en su mayoría a personas en situación de vulnerabilidad, que son explotadas de diversas formas una vez han sido captadas en sus lugares de origen y trasladadas a los países de destino. La forma de explotación más común y mayoritaria es la sexual, pero existen otras formas que no por ser menos comunes son menos importantes, como la laboral, mendicidad, comisión de delitos, matrimonios forzosos, extracción de órganos, etc. Un comercio que se nutre fundamentalmente de personas migrantes y, en su mayoría, de mujeres y niñas. Que cuenta con quienes proveen y con quienes demandan o consumen. Las causas de la trata son diversas y el papa Francisco nos insta a combatirlas para lograr erradicar esta lacra. Estas causas están muy relacionadas con los factores de vulnerabilidad de las víctimas que, generalmente, tiene que ver con razones políticas, económicas, sociales y culturales en los países de origen, pero también con la demanda creciente en los países de destino.

El Papa Francisco en sus últimos mensajes ha insistido en la necesidad de reducir la demanda y realizar trabajos de prevención, una demanda de servicios sexuales que crece preocupantemente en nuestro país entre los más jóvenes, y que favorece la explotación sexual de mujeres y niñas.
La trata de seres humanos es un problema con múltiples dimensiones y agentes que de una forma u otra intervienen en todo el proceso. Comienza con la captación a través de diversas formas, que difieren en función del lugar de procedencia, pero no de las circunstancias que en éstos se viven. Es decir, la mayoría soportan situaciones de vulnerabilidad que les convierte en presa fácil y les hace más susceptibles de captación por quienes participan en este entramado mafioso y delictivo. La comunicación de una deuda contraída, o la obligación a realizar una actividad concreta en situaciones de esclavitud, es común a todas las personas que acaban siendo víctimas de la trata. Una deuda que apenas mengua y que supone un sometimiento por largo tiempo a quienes bajo amenazas, coacción, intimidación, abusos físicos y psicológicos, agresiones, violencia, aislamiento, etc. consiguen silenciarlas y subyugarlas. Escapar de la explotación resulta muy complicado y arriesgado, ya que no solo pone en peligro sus vidas, sino también la vida de sus seres queridos. La detección de posibles víctimas de la trata es un paso esencial en los procesos de identificación y persecución del delito. Los avances que han tenido lugar a nivel legislativo, unido a los planes de lucha contra la trata y atención a las víctimas a nivel autonómico y local, la especialización de la policía, los jueces y la fiscalía, así como el trabajo de entidades sociales y eclesiales, está facilitando que la protección a las víctimas y la persecución del delito sean una realidad.

 La Trata de Seres Humanos es un negocio ilícito transnacional cuyos beneficios sitúan al mismo nivel que el tráfico de drogas y el tráfico de armas. El comercio con personas esclavizadas supone uno de los negocios más rentables a nivel mundial. Esta realidad sangrante en el siglo XXI nos interpela como cristianos y como seres humanos, y nos invita a comprometernos para dar respuesta a la misma pregunta que Dios le hizo a Caín ¿Dónde está tu hermano? Gn 4, 9. Hoy en esta ciudad queremos que se oiga el grito, la pregunta de Dios: ¿Dónde está tu hermano? Que esa pregunta de Dios recorra todos los barrios de la ciudad, recorra nuestro corazón y sobre todo que entre también en el corazón de los “caínes” modernos. Quizá alguno pregunte: ¿Qué hermano? ¿Dónde está tu hermano esclavo? ¿El que estás matando todos los días en el taller clandestino, en la red de prostitución, en las ranchadas de los chicos que usas para mendicidad, para “campana” de distribución de droga, para rapiña y para prostituirlos…? ¿Dónde está tu hermano el que tiene que trabajar casi a escondidas de cartonero porque todavía no ha sido formalizado… ¿Dónde está tu hermano…? Y frente a esa pregunta podemos hacer, como hizo el sacerdote que pasó al lado del herido, hacernos los distraídos; como hizo el levita, mirar para otro lado porque no es para mí la pregunta, sino que es para otro. ¡La pregunta es para todos! (Cardenal Bergoglio. 25 septiembre 2012. Buenos Aires –Argentina

Mª Francisca Sánchez Vara (Directora Sección Trata de Personas. C.E.M.)

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