“La fe
religiosa es un bien para la sociedad y debería formar parte de la solución y
no del problema” para ayudar a conseguir los objetivos de un desarrollo
duradero para todos.
Esta declaración
fue hecha por Monseñor Bernardito Auza, Observador permanente de la Santa Sede,
en un discurso en las Naciones Unidas de Nueva York. Esta intervención se realizo en el marco de una consulta sobre
“El lugar que existe entre el dialogo inter-religioso y la ínter-civilización y
los Objetivos del Desarrollo duradero a
partir del año 2015”.
Monseñor
Azuza preciso que la identidad religiosa y de las organizaciones confesionales no es la de las entidades políticas
o económicas, ni la del Banco Mundial o las Naciones Unidas: “ su fuerza, dijo,
no reposa en los recursos materiales o en ser expertos científicos sino en su
fuerza espiritual y moral por lo que
así son facilitadores que hacen
que los individuos y las sociedades sean capaces de reconocer y respetar la
dignidad de cada persona humana. Por
tanto todos los creyentes y responsables religiosos juegan un papel muy
importante en el combate por la paz y la justicia y defienden los derechos
humanos acogiendo a las personas marginal izadas y tratando de poner fin a las diferentes formas de explotación
de trata humana y de violencia.”
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