viernes, 22 de mayo de 2020

Comunicado ante la pandemia del Covid-19

Aplanemos la curva del Covid y de la desigualdad en el mundo: necesitamos medidas decididas y creativas para no dejar a nadie atrás en África

Las entidades reunidas en esta carta, preocupadas y ocupadas por la pandemia del Covid-19 y por la crisis sanitaria, económica y social que se ha generado a escala mundial, nos reunimos para llamar a la reflexión colectiva y a la acción internacional.

Estamos atravesando por una crisis de dimensiones muy amplias que afecta toda nuestra cotidianidad en todos los rincones del planeta. España es uno de los países más afectados y agradecemos a todas las instituciones, profesionales, voluntariado y organizaciones que día a día trabajan para sacar adelante a todos y a todas. Siendo conscientes de esta situación, queremos también visibilizar la situación que están atravesando aquellos países que, debido a la pandemia, se están viendo confrontados a la agudización de un contexto de fragilidad no sólo sanitario, sino económico y social. En concreto, queremos alertar y solicitar medidas audaces y necesarias para los países de África.

Lo hacemos como organizaciones que trabajamos diariamente con nuestros socios locales en terreno en África, a partir de nuestra presencia en 38 países al sur del Sahara, con un trabajo de décadas centrado en Servicios Sociales Básicos: salud, educación, acceso al agua y a los alimentos, con especial atención a los colectivos más vulnerables. Un trabajo intensivo en personal a través de 5.000 misioneros, el 40% de los cuales son nativos africanos y más de 500 voluntarios de nuestras entidades. Traemos con nosotros la experiencia de campañas como África cuestión de vida, cuestión debida, y alianzas como Enlázate por la justicia, décadas de trabajo por un mundo social y medioambientalmente justo y sostenible. Por eso sabemos que esta terrible situación que ha puesto en jaque a todo el mundo, puede ser una oportunidad para abrir los ojos de la humanidad y recobrar valores que África aún conserva: el sentido de pertenencia a la familia, el respeto intergeneracional, la comunicación personal, el valor del tiempo para el encuentro, el cuidado y agradecimiento a la tierra que proporciona el alimento, el cultivo de la vida interior…la conciencia de que…lo más importante es la vida.
A día de hoy, el continente africano tiene más de 48.081 casos confirmados de coronavirus, y ya cuentan con 1.848 muertos[1], y estas cifras continúan en aumento. Nuestras socias locales en terreno nos informan de la realidad que ya es acuciante: escasez de materiales de protección sanitario, de productos de higiene, termómetros, medicamentos. Y como contrapartida, una cantidad cada vez mayor de personas cayendo en la indigencia, luchando por conseguir alimentos para el día al día, con problemas para acceder a los centros de salud debido a las restricciones en el transporte. 

La enorme gravedad que supone la amenaza de la pandemia en términos sanitarios se superpone a los grandes esfuerzos que están haciendo en los países africanos para enfrentar otras enfermedades que continúan haciendo estragos como la malaria, el VIH, la tuberculosis, las enfermedades olvidadas[2] o el Ébola, el cual lamentablemente aún continúa activo en RDC. Si bien los distintos países de África están tomando medidas de prevención y de intervención temprana para anticiparse y combatir la pandemia[3], es una realidad que esta emergencia global los encuentra con sistemas sanitarios muy frágiles, con escasos insumos médicos como respiradores, con dificultades de acceso al agua potable y artículos de higiene. A esto se le suman las consecuencias económicas que ya están teniendo las medidas tomadas en el mundo entero y en los propios países para detener la pandemia, que pueden poner en peligro los esfuerzos que se han estado haciendo hace años para reducir la pobreza extrema en estos países y pueden conducirlos a su primera recesión económica en 15 años. Hasta la llegada del coronavirus, siete de las 15 economías de más rápido crecimiento en el mundo eran africanas. Ahora, un mayor índice de desempleo, el encarecimiento de los productos de primera necesidad y su escasez, la fuerte dependencia de la exportación de materias primas en un contexto de caída de la demanda, las dificultades que los intercambios comerciales están sufriendo, están arrastrando a más personas a la indigencia y a la exclusión social. Además, el hecho de que gran parte de la economía sea informal hace que la mayoría de los trabajadores no pueda contar con medidas de apoyo en caso de cierre por confinamiento y existen serios riesgos para garantizar la seguridad alimentaria 

Por eso creemos que el momento de aumentar la colaboración con los países de África es ahora; es la oportunidad para repensar un sistema que ha exacerbado la desigualdad entre y dentro de los países, generando condiciones de pobreza extrema, donde se ha degradado el medio ambiente y estamos poniendo en peligro nuestra sustentabilidad presente y futura como humanidad. La pandemia sanitaria se ha venido a sumar a otras pandemias: la pobreza y el hambre; las guerras y los conflictos armados, que han dejado millones de desplazados y refugiados; a la degradación medioambiental y al expolio de los recursos naturales. No debemos y no podemos mirar para otro lado. Es la hora de tratar con la misma dignidad y garantizar el acceso a los servicios básicos a los pastores y campesinos de África, como a los directores generales de las grandes empresas, nuestro mundo ya no acepta más desigualdad.

Debemos aportar soluciones creativas, como nos ha invitado el Papa Francisco[4], y también soluciones decididas, contundentes y estructurales, que no sean mera asistencia sino que logren calar en los problemas reales de los países en cuestión: con el cese de los conflictos armados, la condonación de la deuda externa de los países africanos altamente endeudados, y la implementación de un salario universal como medidas urgentes y necesarias.

En un contexto donde los Estados africanos necesitan consagrar más recursos para sostener los sistemas de salud y diseñar medidas sociales para enfrentar la ralentización de la economía, se da la paradoja que la mayoría de estos países destinan más recursos a pagar su deuda externa - con tasas de interés que alcanzan hasta el 15%- , que para financiar la educación o la sanidad[5]. Algunos representantes africanos están alertando y poniendo sobre la mesa nuevamente el problema que significa la deuda, como el primer ministro etíope y Premio Nobel de la Paz Abiy Ahmed; el jefe de Estado senegalés, Macky Sall, y el presidente de Sudáfrica y de la Unión Africana (UA), Cyril Ramaphosa, y cuentan ya con un movimiento sólido respaldado por los países de la región.

Por eso nos sumamos a estas advertencias y especialmente al llamamiento que ha hecho el Papa, así como líderes africanos del Sahel, algunos líderes europeos, y numerosas organizaciones, para la condonación de la deuda a los países de África: es una medida posible y necesaria para que estos países puedan enfrentar la crisis que se avecina con mayor margen de maniobra y recursos. No alcanza con suspender el pago de la deuda, hay que ir más allá y proceder a la cancelación del pago de la deuda. Es una medida justa. Sabemos que se ha tomado el compromiso de analizar esta propuesta: debemos actuar y debemos actuar ahora.

También, con esta crisis queda plasmada la necesaria interrelación entre la salud, la economía, la justicia, la paz, la educación, el trabajo y la igualdad. Tenemos una hoja de ruta donde mirar para dar los próximos pasos: la Agenda 2030 nos ofrece un camino donde todos podemos sentirnos reflejados, con Objetivos de Desarrollo Sostenibles que nos acerquen a un mundo socialmente justo y medioambientalmente sustentable

Las organizaciones aquí firmantes, mancomunamos esfuerzos y hacemos un llamamiento a la comunidad internacional para que se tomen medidas audaces y creativas para que de esta crisis salgamos todos y todas, sin dejar a nadie atrás. El tiempo es ahora.

Firmado

Red de Entidades para el Desarrollo Solidario-REDES


[1] Datos estimados al 05 de mayo de 2020.


[2] La OMS las denomina enfermedades infecciosas desatendidas y cataloga 18: el dengue, la rabia, el tracoma causante de ceguera, la úlcera de Buruli, las treponematosis endémicas (pian), la lepra (enfermedad de Hansen), la enfermedad de Chagas, la tripanosomiasis africana humana (enfermedad del sueño), la leishmaniasis, la cisticercosis, la dracunculosis (enfermedad del gusano de Guinea), entre otras.

Las enfermedades tropicales desatendidas afectan a cerca de 1000 millones de personas, y generalmente se agrupan varias de ellas en una misma región geográfica, y los pacientes a menudo están afectados por más de una.

[3] Según indica la Dra Matshidiso Moeti, Directora Regional de la OMS en África “Hace unas semanas, había solo dos laboratorios en dos países (Sudáfrica y Senegal) donde era posible hacer test de coronavirus. Hoy, más de 41 países de la región africana pueden diagnosticar este virus. Los países también han avanzado en la detección en los puntos de entrada y en el establecimiento de mecanismos de vigilancia y monitoreo. Además, algunos Jefes de Estado se comprometieron o establecieron un mecanismo de respuesta de alto nivel, mientras que otros crearon comisiones para coordinar su respuesta, como en Kenia, Sudáfrica y Ghana, entre otros.

[4] Mensaje Urbi Et Orbi del Papa Francisco, Pascua 2020 (12 de abril 2020)


[5] Un nuevo análisis publicado por Jubilee Debt Campaign muestra hoy que 64 gobiernos de bajos ingresos gastan más en pagos de deuda externa de lo que gastan en atención médica. Los países con las mayores disparidades entre el pago de la deuda y el gasto en salud incluyen Gambia, Ghana, Zambia, Laos, Líbano y Pakistán.

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