La
incoherencia, la disputa y la pusilanimidad que hay en la política del “campo
occidental” en el Próximo Oriente son lo que esta permitiendo a Poutine
aparecer como el único que quiere luchar seriamente contra el islamismo radical
sunita sin buscar a hacer distinciones entre la tendencia de Al Qaida-Al
Nostra, sostenido por la CIA y Fabius bajo el calificativo de “islamistas
moderados”, y la tendencia Islámica del Estado Estado, sostenido bajo mano por Turquía para poder debilitar a
los independentistas kurdos.
Es
seguro que Rusia de acuerdo con Irán y Hezbollah defienden a su aliado
tradicional sirio que le proporciona una base con puerto en el Mediterráneo
pero a la vez su intervención en la guerra le permite a Poutine de hacer con
una piedra tres golpes:
-volver
a tener un peso grande en las negociaciones sobre el “después” de Assad , que terminaran por comenzar un día.
-demostrar
la mezcla de incapacidad e hipocresía de los poderes occidentales en la lucha
contra los islamistas en Siria y así
tal vez como daños “colaterales”, los rusos
puedan liquidar de paso algunos consejeros militares americanos y otros que
están al lado de los “islamistas moderados”, esto no les va a inhibir sino todo
lo contrario.
-debilitar
estratégicamente a la Arabia Saudí y otras petro-monarquías sunitas porque
Rusia como Irán, que debe de invertir cantidades enormes para relanzar su
producción, tienen necesidad de que el
petróleo suba.
En todo
esta parte tan compleja me parece que el verdadero blanco de Rusia es la Arabia
Saudita porque ver los reflujos de
grupos armados islamistas de los
que las mayorías no son sirios dirigirse hacia el Este es algo que tiene que
inquietar a Arabia y que son objetivo no tanto de eliminar completamente a los
islamistas sino de obligar a la Arabia a que cese de hacer caer los precios del
petróleo.
Agustín Arteche
Fuente:
Mediapart
Traducido y editado por Amparo Cuesta
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